COPLAS AL BICENTENARIO DE CHILE
(1810-2010)
Grande Chile: por ventura
de esencial suerte, impetuosa
relumbra desde la altura
como en el jardín la rosa.
En el Pacífico fija
su límite a contraluz
de inmensidad, y prolija
lo vela la Cruz del Sur.
Al otro lado Los Andes
protectores y robustos
de su deidad dando alarde
en lo entrañable y lo justo.
Por el sur el fin del mundo
alberga en su lecho ingente
la noche y el día juntos,
la verdad pura y ferviente.
¡Ah soledad de los hielos
magnánimos y rugientes
de brisa do pescan vuelo
nómades fuegos latentes!
Azules corren los vientos
nortinos de mera luna
que verifican lamentos,
cortan sombras, pechan dunas.
Tuercen pampas y vaivenes
ásperos de terremoto,
mochos fangos, rasca-nieves,
cargueros del alboroto.
Y rompen en el paisaje
la fiereza de los fríos
y del calor el ropaje
por donde bajan los ríos.
Cría senderos el bosque,
rumores, yuyos, verdor,
sagaces destellos, los que
reciclan el tornasol.
Valles de frescor y embrujo
se asoman por el paraje
portentoso: gracia, lujo
del alma en colosal viaje.
Fértil cúmulo desnudo
da la estival brillantina
cuando el cóndor, en su crudo
vagar, por el cielo atina.
Deportistas, escritores,
rotos de terno zurcido,
cabizbajos, vividores
grandes chilenos han sido.
Hasta llegar a la meta
-y otros que atrás han quedado-
salen de la misma veta,
valientes o acobardados.
Pero sin agarrar tretas
hay una que ha chileneado
con tal bravura que inquieta
hasta al más adormilado.
La que cantando sosiego
halló, por subir la cuesta,
revolver el gallinero
y avivar a la revuelta.
El llano, la vid, los montes,
las comarcas, las caletas
supieron bien de su nombre
de luz y sombra: Violeta.
Puso su sello cabal
a lo humano y lo divino,
al amor, al odio, al pan,
al pájaro y a su trino.
Mentirosos y asesinos
también se inscriben al punto
en las hojas de este libro
envileciendo el asunto.
A donde quiera que vaya
el hombre en su don profundo
no puede ser de otra laya
que la que dicta su mundo.
Tal nuestra razón se escancia
en su arbitrio y en su porte
genético, fiel sustancia
del bien y del mal, soporte.
Nunca el destino es tacaño
con lo que ofrece o esconde
ni minimiza el cuándo
ni el cómo ni el hasta dónde.
Ruge el hombre en su mudanza
que lo enaltece o enloda
según sea su bonanza
o el amargor que lo enrola.
Si por afán de venganza
el cariño no incomoda
el vil con una matanza
impone su negra moda.
Brutos, tiranos, bufones,
zafios, ladrones armados:
los augustos dictadores
con el poder, extasiados.
No obstante la circunstancia
justos hay, que es un acierto
de Natura la ordenancia
por mantener sano el huerto.
De los reyes en España
y de la araucana carne
pertrechamos la guadaña
con el fuego que arde y arde.
Por conquistar a la fiera
de estrambótica elegancia:
la libertad que es de veras
¡perdemos nuestra fragancia!
De tal palo, tal astilla:
Lautaro al lado del Cid:
Neruda al lado de Ercilla:
Mapocho y Guadalquivir.
Se ve medio retrasada
la cosa que por lo mismo
de hace mucho es coordenada
de facto: el sumo arribismo.
Es la flor que en cualquier parte
crece con más alboroto
y también con menos arte
que ensalada de porotos.
Que todos los arribistas
en su razón contrahecha
posando de modernistas
merman del pudor la brecha.
La brecha con más finura
de izquierda zanja las llamas,
del centro virtud oscura,
y de derecha, oriflamas.
Está el que callampa vale
por chucheta, si bien chic,
el que rumia en arrabales
y el snob que dice erís.
El flaite por patotero,
el cuico por arrogante:
los dos dicen: ser yo quiero
del burro la voz cantante.
En uno que otro sentido
no habrá de serles en balde
el status mal habido…
¡y al resto que Dios nos guarde!
Es lo malo y es lo bueno
de bailar en este baile
con las patas por el suelo
para que nadie despaile.
Por balsudez o recato,
por soberbia o por capricho
resulta que en estos lados
somos todos raros bichos.
Unos por desencantados,
otros por tirar veneno,
los menos por encachados,
y los más por no ser menos.
El ciudadano común
se alista en la democracia
sin reparar en ningún
portento que le haga gracia.
Cuando es hora de votar
elige al que le sonríe
mejor, y sin apostar
que la ruta no desvíe.
Si es sabio no importa tanto,
si es tonto ya se verá,
si es viejo se sabe un canto
que el joven ya aprenderá.
Candidatos payaseros
a todos nos ilusionan
con sus piropos arteros
que sólo nos amojonan.
Piropos del desconsuelo
que tapan, si se amontona
la ilusión de ver el cielo
en la tierra… que no abona.
Y más encima nos roban
comida, salud y esfuerzo
con tal descaro que soban
la espalda, aunque haya consenso.
Todos meten por igual
las manos en el abierto
cajón del fondo fiscal
y haciendo ¡zaz! perro muerto.
Por eso el que nada hace
teme como si lo hiciera
y en disculpas se deshace
como si culpable fuera.
Después de la dictadura
se empotró la pillín-cracia
y con tanta embrolladura
que hasta el que corre, no avanza.
Por maldito, el caradura,
por bendito, el que se arranca,
y por falta de fortuna
los que vamos en el anca.
Ante el oro del patrón
-que por mandar no se turna-
hay quien se cree un señor
poniendo la vista turnia.
Sabandija del Fondart:
a la consecuencia atente
de hacerte el intelectual
con la platita e’ la gente.
Artistas sobran en Chile
cuando hay fondos concursables
si millones hay por miles
y la tentación es grande.
Ricos que parecen pobres,
pobres que parecen pijes:
tornada de mil colores
la democracia se viste.
¿Es Chile fértil provincia
-como el poeta lo dijo-
que "a extranjeros sometida"
jamás, a "ningún dominio…"?
Somos hijos de lo negro
y de lo blanco en pachorra,
negados por un tal Pedro,
y por mapuche, camorra.
Será por el chaqueteo
o por querer volar lejos
que ser feliz es leseo
subcultural de pendejos.
Ya la verdad no es lo mismo
cuando se dice con rabia
o con tesón de eufemismo
de quien ausculta su labia.
En América, cartuchos
-por dárnoslas de bacanes-
juramos que poco es mucho
¡y que muchos son tres panes!
Debiera dos presidentes
país tan raro tener:
uno enfermo de potente,
y otro sano de poder.
Pues bien, el hombre rotundo
sabe lo que viste y calza
y en su lecho, moribundo,
a su nacimiento alcanza.
Hay quien defiende a porfía
el límite entre la pena
y la fugaz alegría
y su alma el desgano ordena.
Del pueblo llano chileno
rescatemos el vital
ñeque de empuje y esmero
con que brilla cada cual.
El huaso en la chacra brilla,
bajo la tierra el minero,
de temporada el chasquilla
y en su chalupa el pesquero.
De doctor, poeta y loco
-al cabo el refrán lo vale-
todos tenemos un poco
si hay bien para nuestros males.
¡Lo que hay que bailar, bailemos
y celebremos la cueca,
pebre y tortilla, pigüelo,
trompo, volantín y chueca!
Alcemos con las canciones
el ánimo y el timón
de nuestras instituciones
soñando que sueños son.
Instituciones severas
que entre codicia y chamullo
nos repliegan en primera
si no mostramos billullo.
De Salud, el Ministerio
deja una duda que daña:
si sanarse es un misterio
o monumental hazaña.
Ay de los que nos movemos
siempre en crisis, qué difícil:
crisis porque está lloviendo
y cuando no llueve, crisis.
Ya en Educación entrando
lo mismo que en la Justicia
sorpresas vamos hallando
recubiertas de malicia.
Mal en este punto estamos
a tal rango que desquicia:
para el que no tiene, palos
y para el que tiene, albricias.
Cuando de lucrar se trata
pedir auxilio es en vano
si nos quitan con la pata
lo que nos dan con la mano.
¡Linda quedó la represa
en la que albergarse puede
la esperanza que es riqueza
y nadie con sed se quede!
Aunque requete carita
nos dan a beber el agua
como si fuera bendita
manando de la patagua.
Pagan moros y cristianos
lo que hacen los poderosos
que nos quieren ver el ano
sin ningún temor culposo.
Y como son soberanos
y nos ven como mocosos
nos quitan, de tanto en tanto,
la mansedumbre, furiosos.
Y si hablamos de cristianos
y de rosarios lustrosos
no exijan -que no alabamos-
todos el son doloroso.
Puesto que es nuestra la cama
y nuestro cuerpo sagrado
no nos truqueen las ganas
por frutos de árbol secado.
Si gozamos pecho a pecho,
piel con piel o a la batiente
es nuestro humano derecho
ganado en lides nutrientes.
Está bien que sean mormones,
católicos o canutos,
apátridas o llorones
por mantener vivo el luto.
Cada cual con su rigor
si lo aflige o envalentona
aunque en urgencias de amor
la dejadez atontona.
Pues lo que Natura da
no lo quita la sapiencia
por mucho experimentar
en buenas o malas ciencias.
Quien mal enjuicia no goza,
quien no trabaja no gana,
quien no mueve bien su cosa
pasa una mala semana.
Se desprende del fragor
la moraleja rotunda:
todas las palomas son
ratones de más alcurnia.
La moraleja vibrante,
-moraleja traicionera-:
antes que el gallo nos cante
temblando baila la tierra.
Verano del dosmildiez
¡regalo de cumpleaños!
se presenta en un traspié:
ora estupor, ora daño.
De tal terremoto, tal
tsunami. Nadie se escapa.
A cuentas de cada cual
cobra quien nos lleva al apa.
¡Chuta qué negra la vimos
de febrero el veintisiete!
Los unos ya bien dormidos,
los otros en el carrete.
A todos el resoplido
de la tierra como un cuete
nos pilló desprevenidos
antes de apretar cachete.
Era la Madre Natura
la que nos estremecía
dejando atrás la ternura
mutada en alevosía.
Mutó la luna su gracia
y su silueta la loma
y del adobe la magia
y el Salto de la Leona.
Mucho ruido, muchas nueces
en tan cruenta madrugada
se vio como pocas veces
dejando en pie casi nada.
Pueblos enteros al suelo
cayeron en el instante
a vistas del desconsuelo
de todos sus habitantes.
Ay de las vidas que luego
perdidas por siempre estaban:
ni los más feroces ruegos
con tanta amargura acaban.
Después vienen los saqueos
-la verdadera vergüenza-,
la triquiñuela, el leseo,
hasta que la calma venza.
En este concierto grave
de mala leche sudada
también el coraje cabe,
los mártires y zafradas.
¡Bicentenario en la calle,
en playa o en terraplén,
en cordillera o en valle
entre vaivén y vaivén!
La desgracia, hombro con hombro,
no quita a esta fiesta ganas.
¡Por último los escombros
tiremos por la ventana!
Así en la eterna batalla
por permanecer de pie
no hay hombre ni mujer que haya
jamás perdido la fe.
No seamos entonces giles
ante desigual contienda
y gritemos VIVA CHILE
DEL BICENTENARIO, MIERDA!!!
Dejo constancia aquí de esta
historia de fulgor pleno
apostando lomo y testa
de trovador y chileno.
Despídese entonces llano
quien quiere dar a la flor
su resplandor soberano
de plenitud: el autor.